domingo, 18 de septiembre de 2011
El volcán
Seguramente a nadie le interesará saber que Bill W. experimentó la luz de su salvación dentro de un hospital para alcohólicos, aunque su visión trascendental fue verse en la cima de una montaña, donde una ráfaga de luz además de iluminarlo le arrancó de tajo su obsesión alcohólica. En ese momento cesó su alcoholismo. Había librado la monstruosa batalla de lo espitriuoso contra el espíritu y había triunfado la luz espiritual, según se lo explicó Carl Jung en una memorable carta que sigue circulando entre los alcohólicos anónimos. En cambio, Malcolm Lowry sigue Bajo el volcán, no asciende a través de la abstinencia, ya ángel caído anuncia con lucidez su propia muerte en los barrancos del alcohol. Lowry puso en balanza los valores abstinentes de alcohólicos anónimos y el valor de la borrachera, y calculando que el peso era igual en ambos platillos, él se decide a favor de las copas como una manera legitima de morir. Y el episodio entre estos dos héroes que no llegaron a encontrarse físicamente, terminó casi al mismo tiempo: Bill W. decidió continuar fumando y lo mató de cáncer un fulminante cigarrillo. Como se ve, final de película estadounidense. Malcolm Lowry sucumbe tal como lo había profetizado, cayendo en los barrancos del aguardiente, con fondo parecido en algún drama de Shakespeare. Muy británico.
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