El cónsul de Lowrry es el equivalente exacto a Bill W. en la experiencia de los alcoholes. Esta afirmación sonará absurda porque quienes hayan leído lo que escibieron ambos borrachos quizá nunca percibieron que los dos dicen los mismos argumentos aunque al final sea para Lowrry que el alcohol como única experiencia espiritual accesible, pues el amor ( princicipio de Bill) si es posible pero no en este mundo. He ahí el drama del empate irresoluble de esos dos grandes borrachos visionarios.
Con dichas palabras queda al descubierto que Lowrry y Bill son siameses fundidos en algún punto irreductible donde los dos borrachos, incocebiblemente, tienen razón, la misma razón fundamental, pero tal vez no se sabrá donde se localiza ese punto de unión donde beber o no hacerlo se mantendrán perpetuamente en estado de empate existencial.
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