Seguimos hablando del cine. De ese que jamás exhibirán las salas guatemaltecas, aunque sea muy bueno como la china 24 city dirigida por Jia Zhangke, de quien sinceramente nunca hubiera oído su nombre, sino por una nota leída en el diario argentino Página 12. Leer dicha reseña y a descargar vía internet. Es la única manera de evitar Hollywood pandémico y encontrarme con este documental del 2008 que contiene las delicias de una fábula sin serlo, sobre una China que ya pasó del socialismo al mercado salvaje, como cualquier vulgar país occidental con sus empresas immobiliarias, bancos, inversionistas extranjeros, desempleados y pobres de solemnidad. En eso paró la China luego de su experimento comunista alrededor de 25 años. Eso enseña la película con delicadeza, audacia para burlar duras censuras, sin decaer en complacencia. Seguramente habrá pocos documentales así: fotografía sobria y precisa con lujos de pintor presentando personajes que cuentan su historia de vida, no sólo laboral, en la fábrica 24 que es a su vez otro personaje. Su clave fue 420 en el secreto militar. Nada fácil es humanizar una fábrica en el sentido de dotarle vida, como un organismo que también daba vida a mujeres y hombres. Allí trabajaron, estudiaban, compartieron alimentos, atenciones médicas, tiempo libre, juegos, fiesta, actividades políticas, sufrimiento y alegrías. Era casa para obreros orgullosos con hacer repuestos para la aviación militar china. La clase proletaria va contando directamente sus recuerdos al espectador, ya que nunca veremos al entrevistador. Como son historias de vida, por eso están colmadas de dramatismo. Una madre que literalmente pierde a su hijo durante el viaje forzado del campo a la ciudad; una belleza llamada Pequeña Flor termina solterona, era la más deseada y va modificándose igual que la propia fábrica. Era obrera calificada y resulta convertida en vendedora de refrigeradoras, como la fábrica militar modernizada para hacer productos domésticos. Un viejo jubilado, deprimido, se la pasa fumando, sentado, sin hablar. Ya en los días postreros del socialismo, dos jóvenes visten con orgullo su unifome de obreros pero van a parar en una envilecida maquila. Renuncian decepcionados. Una muchacha también cuenta que le va bastante bien viajando semanalmente hasta Hong Kong donde compra cosas de mujeres para venta a las nuevas y ociosas ricas de Chengdu. Ella es hija de mujer y hombre que dieron su vida en la fábrica 24 de la ciudad, por eso reclama tener sangre obrera, fuerza suficiente para ganar dinero y comprarle a sus progenitores un apartamento nuevo en 24 city, conversión final de la vieja fábrica militar. Demolida aquella industria estratégica como sinécdoque de la demolición del sistema socialista.
El filme despliega música y poesía a lo largo de su recorrido y termina con melodía estadounidense que acompaña la toma aérea de Chengdu, panorámica elocuente de cualquier city gringa. A quien quiera mirar la fabulosa historia reciente de China, la postcomunista, bastará con descargar 24 city
que bonito escribes
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