sábado, 18 de octubre de 2014

los guatemaltecos normalmente estamos más cerca del manicomio de lo que aparentemente calculamos

Que la locura es horrible ya lo sabemos y estar en un manicomio es puro horror también lo sabemos.
Aparte de grandes dosis en violencia interiorizada por años con sus huellas rojas, hoy sobrellevamos  instantáneamente una carga emitida por nuestro ministerio multimediático  de la paranoia colectiva. 
Pero ya me adelanté, más bien tratemos de preguntarnos si esas etiquetas psiquiátricas sirven efectivamente para algo. 
Paranoia rotulando delirio,  aunque algunos razonemos, pongamos aquí mi situación, esta  paranoia no es delirante, pues efectivamente alguien está listo para perseguirnos. 
Viniendo de una guerra civil reciente y antes una trayectoria represiva que continúa actualmente quizá sea normal sentir paranoia constante en Guatemala. 
Además está la acechanza del día siguiente. No sé si volveré  a casa, puede sucederme algo malo en las calles, un asalto, alguna bala perdida, estrangulado raptado y desaparecido ereso sucede, repte la gente como una máxima. 
Han llegado nuevas enfermedades psicosociales, bullyng, femicidios y femininicidio, homofobias, cutting, bipolaridades, algunas no son tan nuevas sino solamente cambiaron de rótulo, de manera que la anticuada ciclotimia, maniacodepresiva y ahora es publicitada como bipolaridad . 
Una de las fuentes para etiquetar enfermedades es el bíblico Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, que ya se vende hasta en en los supermercados junto a la revista Selecciones. 
Los gringos ponen y quitan trastornos con rapidez asombrosa y aquí les creemos sus índices porque hemos interiorizado que ellos son loa científicos y nosotros sus pacientes a control remoto.
Hubo una época cuando se decía simplemente tristeza, melancolía hasta era palabra poética, me duele el alma sonaba bien, ahora ya eso pasó de moda, hoy son múltiples depresiones, personalidad múltiple, cuando hace un suspiro de tiempo apenas se reconocía al doble. Reconocerme en el espejo con más de tres personalidades me parece criminal 
Así hemos llegado hasta nuestras nuevas e innumerables enfermedades mentales y la gran bodega de pastillas para aplacar, tranquilizar, nunca curar.
La gran falta de esta psiquiatría es que no cura, apenas normaliza temporalmente, una adaptación a  normas establecidas por la familia, terapeutas autoritarios  y la sociedad general, para que el enfermo pueda funcionar y no sea una carga a los demás. 
Pero esa gran rebelión que es la locura, ese abismo, la dimensión del vacío, incluso esta angustia continuará cuando pase el efecto de píldoras demás dispositivos clínicos. 
Esta psiquiatría es una disciplina todavía joven y lo peor demasiado pretenciosa y estando así  le falta mucho para poder tratar el universo mental humano. 
Sin embargo la psiquiatría está monetariamente lejos en la mayoría de guatemaltecos, para ellos están nuestros brujos, pastores y sacerdotes, más o menos la mezcla tradicional de magia y religión. 
También están disponibles alcohol o marihuana y las drogas para los más locos y pobres como son la piedra, pegamentos, thinner.
Una vez estuve contemplando largo rato a un pegamentero guatemalteco  que bailaba en una calle comercial solo mirando un televisor encendido tras la vitrina de un almacén de electrodómésticos. Bailaba movido por imágenes visuales porque nada se oía tras el grueso cristal del almacén. 
No vale mencionar datos ni siquiera detenernos en recientes adicciones, tales cuales internautas excesivos, tableteros, celulares compulsivos, etcétera.
La vieja y espantosa locura casi ni se menciona, actualmente preferimos trastornos cognitivos y conductuales. 
Nuevos términos para la locura de siempre y la gente de Guatemala estaremos cada vez más cerca del encierro demencial aunque querramos salir huyendo para encontrar la normalidad perdida.

1 comentario:

  1. Hola!! Pude entrar al blog. Soy Lucía, la argentina del avión. Un abrazo!

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