viernes, 31 de octubre de 2014

Después de leer dos relatos del premio Nobel 2014




                                       

Me han quedado sensaciones, extrañeza, incertidumbre, impresiones. Tanto en Primavera de perros como Flores de ruina se siente una ciudad enrarecida, fantasmal, en ruinas arqueológicas, mundo enfocado desde cierta estética de la desaparición y aún así París reaparece cual protagonista ausente en hechos concretos, apenas asoman sospechas, indicios, datos, incluso nombres literales como Robert Capa, Marilyn Monroe, Joan Fontaine o Erich Maria Remarque los cuales son transformados en  inciertos y  por esa imposibilidad de establecer hechos queda la duda sobre personajes, personas e identidades. 
Muy bien logrado hacer relatos que giran en el vacío argumental acerca de hechos insidiosamente verosímiles, mundo levemente inasible,  memoria frágil,  mundo casi  planteado como mera hipótesis de  no ser por ciertas vías parisinas, literariamente provincianas por su obvio localismo: calle de fossés-Saint Jacques donde ocurre el supuesto suicidio, calle Ulm, Gay-Lusac, rive gauche pero preferible la distinguida rive droite y sus Champs-Elisées 
Al citar el río Sena empieza lo conocido por medio mundo aunque sea de oídas y luego tres lugares famosos: Louvre, Montparnasse y Jardín de Luxemburgo.
Tantas rutas exhaustivamente presentes en ambos relatos funcionan como coordenadas de un plano urbano trazado para lectores extranjeros. Esa fue una de mis extrañezas como guatemalteco desinteresado en saber sobre tantas calles o avenidas parisinas. Me interesó el boulevard Saint Michel en Flores de ruina afeado por la construcción de un restaurante Mcdonald's, figura redonda en torno a la mesa de esta importada comida estadounidense.

Marcel Proust fue quien primero se me vino a la mente por su búsqueda del tiempo perdido a través del olor de un bizcocho apetecible a la burguesía francesa.

Prefiero hablar de relatos y no etiquetar como cuento, nouvelle,  aunque a todas luces no son novelas estas de Patrick Modiano, premio Nobel 2014. 
A veces se ven las costuras de curandero más que pluma del escritor. Uno siente el esfuerzo por componer esos trozos hechos de frases cortas con poca acción narrativa, careciendo de desenlace tienen un inicio y una búsqueda interminable que se pierde en la bruma de los recuerdos. 
Me impresionó la repetición del lugar común en Primavera de perros "no se preocupe, pequeño... A mi también me ocurre con frecuencia caer en agujeros negros", esa minucia casi echa a perder todo el trabajo. Una impresión desagradable tener que leer dos veces una misma expresión insustancial al puro final.  
Incertidumbre sigue flotando sobre si es el escritor Patrick Modiano o un narrador ficticio la voz de fondo en los relatos. Esto sería aclarado por elemental teoría literaria,  pero la forma narrativa me provoca preguntarme si no estaba leyendo una autobiografía deslizada  como ficción. Dejar esa incertidumbre ya es mérito para el francés.  
El segundo relato me produjo mejor impresión porque trata París como guía para turistas desconcertados: calle Pierre Nicole, calle de Départ, calle Huyghens en un mismo párrafo y todavía así el relato sabe bien por la bruma y ensueño que emana.

He seguido el rumbo de los premiados desde Wole Soyinka, nobel 1986,  hasta Patrick Modiano. Casi todos me tomaron por sorpresa debido a nuestra notoria cultura iletrada que siempre va de Guatemala a guatepeor.
No estoy afirmando haber leído a los Nobel en toda su extensión, apenas algún poema, un relato, alguna pieza dramática, par de novelas de J. M. Coetzee, pasaje olvidado con  la canadiense Alice Munro de quien he preferido ver Lejos de ella, película que le acredita el guion literario. 

Desconfiar hacia todos los premios literarios sin excepción. Miles de premios dados sobre pequeños ilustres desconocidos, quienes seguirán siendo más pequeños después de premiados porque casi nadie los lee. Escritores extraordinarios que nunca recibieron el Nobel por algún pretexto ideológico. 

Los premios lanzan al mercado  nombre, marca  y producto, los lectores compran y empiezan a leer. A veces el libro se cae de las manos. Puede concluirse que la premiación fue nociva para la literatura en un mundo con pocos lectores. Sucede con demasiada frecuencia.

Aclaro que esta vez he leído una traducción al castellano de Argentina. Aclaro nuevamente que no es lunfardo, sino idioma castellano estándar editado  en Argentina, como pudo serlo en castellano guatemalteco o en castellano de España. 
Sobra contar que el libro no está a la venta en Guatemala. A mi me llegó desde la dirección Callao 1012, Buenos Aires. 
¿A quién diablos le interesa saber de calles bonaerenses cuando estábamos hablando sobre París?

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