lunes, 15 de septiembre de 2014

Criatura de maíz amasada por abuelos ancestrales ahora somos organismo modificado con arroz transgénico


Eso que usted ve a lo lejos, amigo, son cultivos de arroz secano, conocido  por sembrarse en estas tierras secas, tan faltas de lluvia, No le puedo contar mucho porque a nosotros simples jornaleros nos advirtieron los patronos quedarnos callados. Viendo su tanta curiosidad, amigo, cuando es hora del negocio le digo  viene un técnico con  semillas de arroz y envases  sin marca llenos con un líquido, potente herbicida hecho según ese técnico para lograr buenas cosechas, bajos costos, mejores  ganancias al patrono. Ya ve, no me pude quedar callado, ojalá usted guarde el secreto, sino a los dos nos pueden joder, más a mi que ni salario mínimo me pagan. 

Aunque un mapa no es el territorio, en alguna parte del mapa aquí encabezado estarán más de cien hectáreas de arroz transgénico avistados sobre aquel valle de matorrales en municipio guatemalteco perdido entre estrechas carreteras de tierra y polvo.   Lugar remoto ideal para hacer negocios turbios pues hasta ahí nunca ha llegado la ley del estado, sólo  la ley del más fuerte, dicho de paso es región con arcaicos y certeros pistoleros.
No recuerdo si le prometí al jornalero guardar secreto por su seguridad personal, sin embargo hoy es el momento para retomar mi apunte  de aquel año 2007 aumentado después con la consulta  a científicos gringos, quienes afortunadamente por correo respondieron tratarse del herbicida Liberty, producto comercial de la farmacéutica Bayer. 
Herbicida sumamente eficaz para destruir malezas y demás yerbas garantizándose una cosecha rentable de arroz secano transgénico, pero mantengan la oscuridad del punto aquí señalado en el mapa.  Siempre fuera de la ley porque se trata de arroz ilegal,  mejor dicho prohibido en aquellos países desarrollados donde ocurrió agravante hacia 2006 cuando tal agronegocio transnacional  perdió mil doscientos millones de dólares debido a que el  Liberty contaminó cereales tradicionales.
Inexplicablemente hay  varias dudas luego que el congreso nacional anuló la  ley Monsanto identificada así por el campesinado guatemalteco ,  incontables poblaciones rurales decididas a ejercer violencia  si los diputados persistían en sostener  el estado de derecho de su silenciosa ley Monsanto, a todas luces propiedad intelectual, copyright, derechos de autor y conexos, al final de cuentas viejo truco de norma para cumplir protocolos  colonialistas de libre comercio iniciados en Guatemala  desde nuestra viciada independencia de 1821. Tratados a montones uno tras otro, primero con ingleses, después franceses, belgas, alemanes hasta culminar actualmente con los  gringos donde precisamente tiene su matriz Monsanto. 
Leyes hechas en inglés o dialecto flamenco para ser traducidas al dialecto chapín  e inmediatamente publícarse  y cúmplase, firma el señor presidente.
Dicha  ley fue formalmente anulada aunque  riesgos e incertidumbre continuarán como muestra ese   arroz transgénico allá en Agua Blanca municipio fronterizo con la  república de El Salvador.
En aquel bochornoso 2007  periódicos nicaragüenses, dos de los cuales El nuevo diario y La jornada informaron de "arroz contaminado con la variedad transgénica LL601, no apta para el consumo humano producido por el gigante alemán Bayer", etiquetado comercialmente como Gallo Dorado proveniente de Guatemala.
 La gracia divina del mercado es desconocer fronteras, por ello traspasó sin hacer ruido  el grano que en Guatexibalbá consumimos corrientemente. Es nuestro banquete del libre mercado.
Resulta obvio preguntar si tendrá importancia anular una ley en Guatexibalbá porque hay algunas vigentes desde siglos: una ley prohibe amarrar bestias en postes frente al palacio de gobierno y las bestias entran diariamente a palacio para causar destrozos de todo tipo, entonces tenemos sobrados  motivos para seguir dudando del orden establecido .
Lo único indudable es que en Guatemala se disolvió la frontera entre lo legal versus ilegal, lícito opuesto ilícito, prohibido o permitido. Siempre estuvimos al filo de tal disolución, hasta puedo datarla hacia los años setentas con gobierno militar del  señor presidente general  Carlos Manuel Arana Osorio e hijos, uno de los cuales confesó públicamente haber obtenido millones de dólares empleando medios criminales. En casa pude escuchar esa confesión grabada por la fraternidad de hombres de negocios del evangelio completo, testimonio valioso sobre disolución de principios en la élite del poder. 
La cuestión del poder se reduce hoy día a cómo negociar entre socios criminales y honorables la parte que corresponde a cada quien en el poder mafioso guatemalteco. Ambos socios, ilícitos u oficiales, tienen más poder que las leyes o el papel higiénico constitucional de la república.
En tan propicias condiciones sí se puede producir coca transgénica, maíz, marihuana, arroz, algún frijol gigante para colmar la olla familiar, tabaco con humo de colores, etcétera, porque la ley es decorativa, ni siquiera estorba si existe. 
Ya lo expuse: En Guatemala los negocios del  dinero grande se arreglan al margen de la ley, mejor dicho, en los nichos de lo ilícito, donde no se rinden cuentas oficiales, pues son más importantes corporaciones Monsanto, McDonald's, Bayer, Syngenta, Novartis, DuPont Corporation, las cuales pueden pagar cualquier cantidad de dólares para ejecutar sus operaciones. Desde ese mundo ilegal con socios legales tienen hasta licencia para matar a quien se oponga. 
Mientras tanto uno sigue esperando que pongan algo, como esperando a Godot: "Producto agrícola fabricado sin ninguna garantía sobre la salud humana" Pendiente quedará advertirnos guardar cautela acerca de elementales dudas, riesgos e incertidumbre que pesan sobre los transgénicos. No dramaticemos pues de nada servirá, únicamente necesitamos  información científica en vez de publicidad. 
Usted tal vez quisiera saber cuanto sirvió la información proporcionada por los científicos gringos contactados. Le cuento que fui con mis  datos a la Unidad de Normas y Regulaciones del Ministerio de Agricultura de la República de Guatemala (Unidad responsable de aplicar la ley Monsanto) y el jefe Rodríguez, con esa mirada helada que tienen los jefes, me aclaró de una vez por todas: -No se puede hacer nada.




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