lunes, 25 de mayo de 2015

Esa cierta inocencia de las actuales manifestaciones en Guatemala

  

Cuando digo inocencia estoy hablando de lo que permanece limpio, incorrupto, sano, incontaminado aunque por eso mismo despida un aire de ingenuidad. 
Eso inocente es lo novedoso y lo mejor en las manifestaciones que siguen en marcha al mes de haberse  iniciado. Igualmente novedoso y sorprendente  que hasta hoy no aparezcan noticias de muertes ordenadas por el gobierno en este país de larga data represiva. 
Estas congregaciones públicas las iniciaron jóvenes, muchachos y muchachas recién salidos de la adolescencia, más o menos 20 años de edad. Quien haya participado en la multitud urbana del 16 de mayo 2015 frente al palacio de gobierno tiene que admitir ese viento fresco juvenil. Había viejos y viejas, adultos y adultas, también  niñez pero el ambiente olía a frescura juvenil, para mí el hallazgo más preciado  entre tanto gentío congregado este mes de mayo, agregando que van más de 6 manifestaciones en las provincias y municipios rurales.

Seguramente salieron encolerizados a la calle porque tienen ya conciencia definida  sobre tanta podredumbre y  ya perdieron el miedo al autoritarismo de los jefes. Son una generación liberada del terror, el autoexilio y la censura interior de sus padres y abuelos. 

Esta patojada de mayo del 2015 -la cual parecía dormida- ya hizo historia, suceda lo que suceda.

En el vocabulario psicoanalítico aparece el vocablo investidura tomado de la jerga militar donde se usa para designar las insignias,  grados jerárquicos,condecoraciones,medallas honoríficas, estrellas, camuflajes de combate, traje de gala y demás ostentaciones simbólicas. 
Siempre siguiendo al psicoanálisis se puede e incluso a veces se debe quitar la investidura. Cuando esto ocurre los símbolos y representaciones del poder desaparecen junto a la figura previamente investida de autoridad. En Guatemala la juventud no solamente arrancó la investidura, hizo más que eso al perderle legitimidad, negar su autoridad, exigir renuncia a la investidura. 
Toda esa energía de rechazo se corporizó en el presidente Otto Pérez Molina, quien ya perdió su investidura ante la mirada de la juventud. En análisis psicoanalítico él  terminó completamente desnudo frente a la multitud, desposeídas las insignias del mando. Ahora los jóvenes pueden gritar a todo pulmón que el general en jefe y señor presidente está ahí desnudo y por lo mismo jamás estará  investido como soberano. Terminando el análisis: Otto Pérez Molina  vive la vergüenza pública de su desnudez.
Que te puedan quitar públicamente la ropa es el mayor peligro en la integridad de cualquier persona.  
Así fue como desvestir al jefe permitió a  los patojos liberarse de  apariencias poderosas y reírse sobre una falsa investidura soberana. 
Patojada, pues a la muchachada acá les decimos patojos o patojas, vocablo similar a chamaco, cipote,  chaval  o pibe en otros países. 

 No puedo explicarlo aquí, pero me parece oportuno contrastar el acontecimiento histórico conocido como rebelión estudiantil  del 68 y estas movilizaciones del 2015. Aquellos abuelos actuales  proferían en su discurso "Viva la comunicación, abajo la telecomunicación"   Este mensaje resulta absurdo en las  redes sociales ya que dichas redes juegan hoy un rol importante para las convocatorias urbanas. 

Con todas las grandes distancias y diferencias existe un aire de familia entre aquellos jovencitos en mayo de 1968 y sus nietos del 2015. He aquí una muestra  para identificar dicho parentesco: fueron aquellos rebeldes universitarios quienes construyeron al joven como sujeto activo en el cambio social y de esa construcción se deriva la familia actual, debilitamiento de la autoridad paterna o materna,  las modas,  música como lenguaje juvenil, sexualidad, el gusto como norma estética respetable, atuendo exótico, derechos para los menores de edad, desencantamiento del sistema político, prestigio en la decisión personal, espiritualidades, terapias alternativas, drogas, respeto a la diversidad, marcas individuales, identidad grupal,  actitudes antiautoritarias, y todo lo demás donde la juventud marca trayecto social.
No voy a extenderme sobre este controversial asunto, pero el debate sobre la construcción social del joven como sujeto histórico determinante continúa abierto, aunque algunos se hagan los desentendidos. Dejo planteada la cuestión del 68 porque me parece pertinente en lo que toca a la juventud actual y no solamente de Guatemala sino en muchas partes del mundo.

Por supuesto, ahora son otros los  medios y propósitos. 

Vale aclarar que los medios tradicionales, es decir, prensa, radio y televisión propagan el discurso gastado, despistado, recalcitrante y necio de una vejez consagrada con la impositiva nomenclatura de tanques del pensamiento, expertos políticos, doctores,  analíticos o analistas, consultores, pero todos ellos son pensantes enajenados para el público juvenil, con agravante de que muchos comentaristas  -ellos y ellas a duras penas son meros comentaristas - forman parte en la corrupción del sistema mediático y lo más patético es que no comprenden ni  el discurso ni las acciones juveniles.
La gente joven tendría que exponer en los medios tradicionales su propósito manifiesto por depurar, limpiar, purgar y principalmente edificar un funcionamiento decente tanto en las instituciones estatales como en toda la sociedad. 
No le toca el monopolio del discurso ni a la vejez del 68, mucho menos la ancianidad de la denominada revolución guatemalteca  de 1944 o la contrarrevolución del 54,  tampoco a los difuntos del movimiento unionista de 1920 que derrocaron entonces al Señor Presidente de turno. El discurso ya cuenta con un nuevo sujeto. En este momento le toca a los jóvenes intervenir el discurso de la prensa, radio y televisión.

Las manifestaciones en Guatemala son hoy expresiones éticas, con un contenido político difuso,  aún no suficientemente expresado. Claramente no hay consignas utópicas ni revolucionarias, aunque también claramente hay una densidad moral expresada en la consigna contra la corrupción. Tal es su ethos como carácter, como modo de ser joven,  tal su distinción de inocencia
La juventud seguirá manifestándose contra este sistema corrupto, fraudulento, ilegítimo, ilícito, sistema hecho para negocios particulares y no para solucionar necesidades de la población guatemalteca. Dicho sistema son las instituciones de justicia, los diputados del legislativo y el gobierno ejecutivo, pero también empresarios, centros comerciales, burócratas, oficinistas, negociadores,  traficantes de influencias, presentadores mediáticos,  niñas bien, personajes notables   y familias honorables de acuerdo al modelo mafioso.

Por eso estamos acompañando a la juventud en su actitud,  a ver hasta donde llegan. 
Tener ética no es poca cosa en una Guatemala corrompida de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, a la derecha tanto como a la izquierda.
Una responsabilidad común ha logrado lo impensable: unir jóvenes de opuestas o diversas mentalidades, unidad en su guerra contra el fraude, la farsa, sobornos, estafas, ratería, podredumbre. Guerra sin cuartel porque la toma de conciencia ya está definitivamente mentalizada entre la juventud. Con esa toma de conciencia se puede afirmar que el 2015 marca un cambio histórico en Guatemala. 
Para la gente vieja resultan incomprensibles las manifestaciones guatemaltecas  espontáneas sin líderes ni jerarquías visibles. Son casi un misterio porque algo así nunca antes había ocurrido y entonces no tienen punto de referencia nacional.

He visto marchar por primera vez  a muchachas y muchachos de universidades privadas junto a la universidad estatal, algo impensable un mes atrás. 

Me hubiera gustado ver también jóvenes soldados caminando a la par de civiles, haciéndose igualmente ciudadanos reclamando justicia frente a sus superiores del cuartel.

Como los jóvenes apenas están empezando a manifestarse, tampoco será extraño mirar juntos a la población indígena, garífuna y mestiza.

Hasta aquí me he referido a la juventud que expresa públicamente una actitud ética en contra de la corrupción. Quedan fuera los jóvenes criminales que quieren dinero grande, rápido, fácil e ilícito. Que se encarguen de ellos otros escribientes y que rindan cuenta al respecto los capos del sistema, quienes  corrompieron de por vida la inocencia de tales criaturas.

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