viernes, 30 de enero de 2015

No voto, yo soy político de Guatemala


Para Syriza, ojala que no defraude a griegos ni  a los mayas.





Anoche soñé una multitud inmóvil  y silenciosa, rígido el brazo en alto con un sencillo cartel blanco cuyas letras negras eran NO VOTAR. Dormido viví tan extraordinaria maravilla frente al palacio nacional hasta que desperté a la política oscura de Xibaltepec, esta vez en el año 2015 . 

Al amanecer elaboré  ciertos pensamientos, los cuales presento hoy como argumento político  esperando alguna refutación por parte de alguien:

No votar porque el procedimiento electoral deja afuera la mitad de población guatemalteca, cuyos usos y costumbres no tienen nada en común con las nociones del voto  republicano, sufragio universal, democracia liberal  ni diputados parlamentarios. Esos términos son ajenos al indio aunque ritualmente voten movilizados por un clientelismo de feria donde ellos logran un poquito de lo mucho que necesitan. Eso los hace clientes del cacique regional  con reelecciones ininterrumpidas a diputado. Entonces, cuando los indios permanecemos dormidos o despiertos el dinosaurio todavía sigue allí.

No voto pues en Guatemala no hay partidos sino empresas que se activan cada cuatro años a fin de ejecutar negocios privados. Cualquier ciudadano (tampoco hay ciudadanos solamente habitantes) entendería fácilmente que un partido corresponde al mundo político, pero aquí están agarrados por el imán de los dólares para beneficio personal, familiar y el amiguismo. Actualmente hay mediocres empresas partidarias con algún logo como LIDER, PATRIOTA, VIDA, UNE y un resto de microempresas similares. Oficialmente hay entre 20 a 30 partidos, número exacto resulta  imposible saberlo pues algunos  siempre están temporalmente suspendidos y al final de la campaña todos consiguen un hueso, porque de eso trata el negocio.

Yo no voto porque no elijo. 
En esta Guatemala distorsionada históricamente por los gringos (europeo o estadounidense  da igual) el que vota no elige. Verdaderos electores son empresas como Telmex-Claro, Pollo Campero Gutiérrez, Walmart, tv Azteca, tv Albavisión, cementos Novella, cerveza brasileña Brahva, Cerveza Gallo, minera canadiense Montana, agroquímica Monsanto estadounidense y los narcoempresarios de rigor. Esas empresas ofrecen a los candidatos una especie de tarjeta virtual  en caso de ganar las elecciones. Les dan entre  2 a 5 puntos, los cuales podrán cambiar por dinero que los empresarios efectivamente paguen en sus impuestos, cuyo monto dependerá según sea el comportamiento del político de turno. Si son dos puntos sólo alcanzará para surtir al presidente y sus allegados, si dan cinco entonces alcanza para regalar alguna cosita a los habitantes, nunca habrá para educación, salud ni vivienda. Gran invento de las empresas fue dicha tarjeta de puntos para mantener a los políticos en condición de clientes. Ahí alcanza su mejor perfil el clientelismo.  Así no voto, pues no quiero ser cliente, yo quisiera ser ciudadano con influencia en la vida política de mi país y eso empezaría por desmontar el neoliberalismo patente. 

No voto porque no creo en la democracia liberal. No creo  que un desconocido  personaje, inflado por el globo mediático,  me represente en el órgano ejecutivo ni legislativo. Al órgano judicial lo dejaron fuera del denominado voto popular, ese órgano es del voto corporativo. Lo importante para Xibaltepec-Guatemala debe ser un modo político aindiado para superar esta sociedad escindida a causa de imitaciones hacia el estilo gringo. Cada quien con lo suyo, hay diferentes formas para gobernar y Guatemala debe descubrir el camino político que le corresponde. Enfatizo aindiado como forma de reconocer nuestra parte despreciada u odiada debido a siglos con colonialismo mental.

No voto porque incluso carece de sentido  plantear la alternativa izquierda o derecha. Ya dije que la cuestión es destronar al neoliberalismo.

Tampoco voy a votar por el menos malo, ni para demostrar  amor a la patria desnutrida: "¿Dices que el Gobierno nos ayudará, profesor? ¿Tu no conoces al Gobierno?
Les dije que sí.
También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre del Gobierno.
Yo les dije que era la Patria. Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue la única vez que he visto reír a la gente de Luvina. Pelaron los dientes molenques y me dijeron que no, que el Gobierno no tenía madre"
Así hablaba Juan Rulfo en el relato Luvina, con ecos del Popol Wuj. 


No voto porque no creo en el modelo de crecimiento con libre mercado. Ni siquiera creo en el desarrollo, otra trampa tecnológica para expoliar el planeta. Hay que salir de ese desarrollo destructivo.

Creo en un posible cambio de civilización que empiece por cuidar el planeta donde vivimos y eso incluye desvalorizar crecimiento y desarrollo porque son un mal camino.
Soy hombre de la tierra y el maíz, no del capitalismo.
Soy habitante de Guatemala, quisiera ser ciudadano con facultades para elegir un gobierno que empiece una política donde todos puedan alimentarse (no a la comida chatarra) como primera condición para salud y educación.
Primero la alimentación en este país de desnutridos. Sin gente bien alimentada no se puede mencionar salud ni educación, y sería hasta ofensivo utilizar los términos ciudadano o político.

En la multitud de mi sueño muchos vestían una sencilla camiseta con la contundente proclama: NO VOTAR.


Ahora que estoy despierto puedo expresarlo con más palabras: No hay que votar nulo, no hay que votar en blanco, sencillamente no votar.