No voy a juzgar la telenovela, eso será en una próxima nota. Pero gracias al libre comercio informal de objetos culturales obtengo grandes ventajas sobre la televisión. En cuanto cometer piratería es un mal cuento moralista destinado para conciencias ingenuas . Qué me dicen de la piratería gringa del 13 baktún maya que empezó Mel Gibson en el año 2006 con su película Apocalypto, sin darle ni medio dólar a la etnia quiché guatemalteca, a pesar que la película inicia mencionando como argumento una profecía quiché. Gibson soltó las amarran para que más gringos tomaran posteriormente por asalto las naves de la industria editorial donde publican cualquier cosa que se viene en gana acerca del baktun. El 90 por ciento de esos libros son de autores blancos, anglosajones y charlatanes. Sirva eso de contra ejemplo para no creer en propiedades intelectuales al estilo filibustero de USA. En la piratería planetaria cada quien agarra y las transnacionales de la cultura agarrarán más.
Volviendo al ejemplo de la telenovela, por mi parte estoy liberado de la publicidad que se come la mitad del tiempo televisivo y asimismo estoy desatado de los cortes brutales cada 5 minutos. No tiene chiste el anuncio de Pizza Hut luego del estallido de un coche bomba en Bogotá. Para ganarle a la televisión ejecuto algo simple: poner el formato dvd en la hora que yo decido (independiente del horario estelar obligatorio a las nueve en punto de la noche por canal 7 y arrastrarme subliminalmene al macabro noticiero nocturno de las 10 p. m., el noticiero con olor a sangre de los guatemaltecos y guatemaltecas. ). Otra ventaja es que puedo hacer pausas, retroceder secuencias cuando quiero, especialmente por el sonido que sigue siendo deficiente en películas y culebrones latinoamericanos, aunque no tanto como el infame castellano peninsular, pues aquí nadie entiende ese dialecto farfullero de Madrid, al grado que popularmente lo denominamos gallego, quizá porque suena mal como idioma materno. Pobre Galicia porque los malsonantes seguramente estarán en Castilla. En todo caso, valga el hablado chileno, mexicano, colombiano, argentino, siempre el castellano hispanoamericano pero nunca el castellano de los "gilipollas"españoles. Volviendo a mis ganancias audiovisuales puedo sintetizarlas así: habiéndose superado la televisión, estando hoy en la era postelevisiva puedo ver placenteramente todos los capítulos de una telenovela ( no miro muchos culebrones, me interesan los de narcotráfico porque narran una cultura predominante) sin tener que sufrir los exactamente 30 anuncios del canal comercial, viejos piratas patrocinadores de detergentes, comida chatarra, propaganda del gobierno, cerveza brasileña como babas, vitaminas que son placebos y decenas de marcas más en el anciano régimen de la televisión.Yo sólo utilizo los discos ya comprados a precios baratos en el mercado informal, un reproductor y una pantalla. Por supuesto existen tecnologías más refinadas para consumidores de gusto exigente.
Bienvenida sea la piratería a este país siempre por abajo de la línea de pobreza, bienvenida para siempre, pero sin magnificarla porque ha causado atrocidades entre las que se cuentan la liquidación de la industria musical, especialmente la clásica. Mucho he buscado a Shostakovich, pero ese músico tonante no truena sus timbales en un mercadito de barrio para la plebe. Al final de cuentas siempre salgo compensado: la última vez conseguí una buena película de un país que se llama Eslovenia.